El dolor por la pérdida de un hijo no se supera jamás, siempre está ahí, es una llama que siempre está encendida, iluminando la memoria del dolor y el deseo por ser madre. Para Amanda, una mujer ejemplar que desde hace 21 años trabaja como encargada de la cocina Dharma, era el deseo más arraigado que pudiera poseer. Ella en su primer embarazo tuvo un aborto y su segundo lo vivió sola, separada de su esposo, sin saber en el instante de tomar esa decisión, que por segunda vez estaba embarazada.
Amanda tuvo un aborto al cuarto mes de estar embarazada, eso afirma ella es como si lo hubiese tenido en mi regazo porque cuando vas a hacer madre y pierdes el hijo deseado y concebido que no llegas a conocer con vida, es lo mismo que si lo hubieras tenido. Luego tuvo la oportunidad de ser madre cuando nació su hija Viani, a quien disfrutó sus tres primeros años de vida, esa fue una etapa llena de inocencia y ternura.
“Yo trabajaba y mis padres me colaboraban permanentemente con el cuidado de su primera nieta, yo salía de casa de mis papás a las 5 de la mañana y regresaba en la tarde” . En su vida encontró nuevamente la felicidad gracias a ella, pero llega otra noticia que la llena de incertidumbre y aparece cuando se entera que la felicidad se empaña porqué su hija tiene un cáncer agresivo, con pocas posibilidades de sobrevivir. Los tratamientos con quimio, radioterapia fueron duros y dolorosos, pero esta madre nunca dejó de luchar junto a Vianni quien falleció a los 5 años de edad, y a pesar que sus sueños no se cumplieron ella encontró a la familia Dharma, donde la acogieron como beneficiaria y en donde actualmente trabaja, para ayudar a cientos de familias que pasan por lo mismo que ella vivió.
A pesar que ese dolor de la pérdida de sus hijos nunca pasará, Amanda se levanta cada día sonriente, dispuesta a dar lo mejor de sí, no solo preparando los alimentos para los beneficiarios de Dharma sino a compartir y apoyar a muchas mamás quienes, como ella, enfrentan la enfermedad de sus hijos y necesitan de un corazón solidario.
